
Hoy lunes se estrena la primera semana de mis pequeñas y añoradas vacaciones.
Me siento enferma, pero lo veo como una desintoxicación de la inmundicia cotidiana.
Un sueño terriblemente largo y entre cortado se ha apoderado de mí.
Pero al mismo tiempo estoy deseosa de realizar los mil y un proyectos que soñé todo el cuatrimestre.
Que hacer mis portafolios, que arreglar mi cuarto, que ir a explorar diseños de tiquicia, que leer un libro, que pasar una tarde entera enfrente del teatro nacional.
Que aquí que allá...
Y todo se amontonan en mi barquito de papel.
De repente me fijo en el cielo y es como si fuera llover.
Como si algo me avisara que mi espacio, lo que yo conocía como propio se inunda.
Me vuelvo a renovar;
la lluvia lavará lo que quede atrás.
Por lo pronto preparo el barco.
Las nubes de pastel auguran lo que ya sé.
Espero que el papel aguante.
Navega en tu barquito de papel. Avanza y disfruta el viaje hasta donde llegues. Porque el barquito se podrá hundir, pero nadie te quitará lo que ya has navegado.
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