jueves, 27 de agosto de 2015

El día que rompí dos corazones enamorados

Se me olvida respirar.
No creí que fuera posible escuchar
el grito ahogado del fusil.
Disparo doble.
Doble traición.
Un latido fuerte
se desangra aceleradamente.
Otro disparo,
Un latido más fuerte.
No queda casi sangre.
Otro latido más tenue,
Empalidece el alma.
Se escucha a lo lejos la taquicardia.
Se congela el tiempo.
Un último latido en cámara lenta
antes que del último aliento
se escape una disculpa ahogada,
una telaraña de sueños.

Te siento de lejos
a nueve mil cuatrocientos cuarenta y tres kilómetros de distancia.
Es doble este sufrimiento.

me echan el ojillo