miércoles, 26 de agosto de 2009

Par de extraños

Uvieta se mofaba de la muerte. Y hoy me acordé de ella.

Quizás sea irónico,
pues seguramente ella siempre piensa en mí.

Pero una vive como si ella no existiera.
y aunque en cada novela, cuento o película hablen de un eterno carpe diem, se sabe que es una mera utopía.

Nadie vive así.


Es por eso es que damos tantas cosas por sentadas,
y tanta gente cínica dice querer saber su destino.

Si uno supiera cuando exáctamente fuera a morir.
Si uno supiera que mañana no habrá ni más día ni más noche.
Ese mismo día dejaría de vivir.

No sería el mismo.
Desde ese momento, todo se convierte en el sencillo preludio a un muerto.



Así pues hoy murió un famoso del que no sabía nada, más que su apellido.
Vinculado a una maldición legendaria.
El último de los Kennedy's.

Para decepción de algunos no fue ninguna muerte trágica.
El monitor cumple con decírmelo,
pero se le deja escapar algo.

Aquel tipo fue en vida un grandísimo cobarde.
Obviamente no lo dijeron con tanta honestidad, ni mucho menos con tanto ahínco.
Pero su cobardía inspiró en mí la falta de grandeza
que un segundo extraño hoy vino a suplantar.


El segundo era un completo "don nadie", amaba la literatura y se dedicaba a escribir.
Tampoco sabía de él, hasta que un amigo me pasó uno de sus escritos.
Decía: Mi último día de vida.



Al leerlo nació sola la grandeza hacia este desconocido.
Y no fue en sí por el hecho de que estuviera muerto; o por quién fue de vivo.
Si no por la crudeza de su escrito.


No le conocí, pero hoy le escribo.
En paz descanse.

2 comentarios:

  1. Leyendo... cero pena, me gusta mucho...

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  2. Hay quienes de su vida no hicieron nada, y ya están muertos aunque aún respiren y hay quienes que por sus obras siguen vivos, aunque ya dejaron de existir.

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me echan el ojillo