De repente se me hizo el corazón pequeñito...
chiquitito,
diminuto...
casi imperceptible.
Como si pendiera de la punta de un alfiler.
Sin mayor aviso,
sin mayor preámbulo,
se desboronó.
Sólo quedó un pequeño rastro... en la punta de este fino alfiler.
Hay pocos, realmente pocos, dolores tan agudos como este.
Dicen que es difícil hallar una aguja en un pajar.
Pero les aseguro compañeros,que cuando le da la gana,
esa aguja se hace notar.
Puntual, precisa e hiriente.
En nada importa el pajar.
Palabras...me reduzco a palabras zurcidas,
porque ya las lágrimas no me dan para más.
-Alfiler, me has dado justo... justo en el ojal.
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