Paso toda la vida escuchando que hay sonrisas que cautivan la vida de hombres,
de manera tan genial que lo han escrito en canvas, en canciones, en calzones.
He pasado la vida escuchando que una sonrisa es suficiente para alegrar el día de un extraño.
Y ahora resulta que todos sonreimos igual.
De la misma manera, con la misma expresión vacía,
con los mismos jeroglíficos, con los mismos puntitos.
Somos víctimas de otra época ajena a la poesía,
o el jazz, o el blues, o de la alegria de saludar en carne y hueso a un ser querido.
En la privacidad compartida de un solo espacio, en un solo momento,
junto a un solo par de ojos.
Nos han usurpado hasta la cara.
Y tan sádico es, que las coleccionan en un libro.
Libro con sabor heroína.
Aquí todos seguimos...
Hijos de otra época.