Tan natural, tan vivo es ese aroma que sería indescriptible plasmarlo en el sentimiento que me evoca escribir. Y sin embargo...
Hay un enorme ajetreo dentro.
Sentimientos que recorren a mil por hora mi cuerpo.
Pensamientos verdugos que augurian mi desvelo.
El palpitar que se acelera o entorpece cambiando desenfrenadamente el ritmo; me resbalo y pienso....¿qué se traen consigo los vientos?
...y es que huele a tierra mojada.
No ha parado de llover para mí y es hoy, con este nuevo soplo, que huelo la tierra.

Tan peculiar, tan natural, tan vivo....
Desconozco el porqué pero hoy mi andar es diferente.
Mis pies se elevan y de alguna manera floto hacia un horizonte extrañamente cercano.
La adrenalina sustituye mi esencia y deseo... y crezco y crezco; pero huelo la tierra.
Es arbitrario; como estos escritos.
Disparatados y dispersos como ellos solos.
Pero la necesidad es grande. Algo he de escribir y ese algo es lo que ocurre.
Lamento no poder nombrarlo; pero quizás esta misticidad del hecho es lo que me enamora. Pues pensar en ello no ha parado de intrigarme en esta contradictoriamente quieta tarde dominguera.
Me siento... parecido a un esbozo alegre... con recuerdos pasados de una fuerza latente.
Es un torbellino lo que trae consigo esta lluvia.
El viento me empuja y emocionada no puedo sino dejarme llevar.
La Valse d'Amelie es el perfecto sinónimo de este pequeño escrito. Quizás la música exprese mejor lo que mis palabras hayan fallado en dibujar.